Invasión a Irak: ¿para mejor o peor?

John Simpson BBC, editor de Asuntos Internacionales
Me habían prohibido regresar desde 1991, después de la Guerra del Golfo.
Lo segundo que noté fue una sensación real de aprensión, incluso entre la gente que me saludó efusivamente pensando que yo era un estadounidense.
Las calles de Bagdad eran tensas y atemorizantes, y apestaban a cloacas y basura sin recoger.
Fui a uno de mis lugares favoritos: la antigua Universidad Mustansiriya, en la rivera del Tigris. De repente, escuché un tiroteo al otro lado del río.
"Es sólo gente tratando de espantar a los saqueadores", me dijo mi productor iraquí. "Pero esto es sólo el principio de los problemas... ya verá".
Lo segundo que noté fue una sensación real de aprensión, incluso entre la gente que me saludó efusivamente pensando que yo era un estadounidense.
Las calles de Bagdad eran tensas y atemorizantes, y apestaban a cloacas y basura sin recoger.
Fui a uno de mis lugares favoritos: la antigua Universidad Mustansiriya, en la rivera del Tigris. De repente, escuché un tiroteo al otro lado del río.
"Es sólo gente tratando de espantar a los saqueadores", me dijo mi productor iraquí. "Pero esto es sólo el principio de los problemas... ya verá".
Esperanza
Nos detuvimos en una tienda que solía visitar 12 años atrás. El dueño era un kurdo listo que nunca se atrevió a criticar a Saddam Hussein, ni siquiera cuando estábamos solos.
"Gracias a dios que se fue", dijo. "No obstante, uno no puede esperar que se puede deshacer de Saddam y que de repente todo esté bien. Su huella siempre permanecerá en este país".
Con todo y eso, la gente si esperaba que poco a poco las cosas mejoraran.
"Por lo menos", dijo un hombre a quien yo conocía desde hace tiempo, "los estadounidenses nos ayudarán a levantarnos de nuevo".
Nos detuvimos en una tienda que solía visitar 12 años atrás. El dueño era un kurdo listo que nunca se atrevió a criticar a Saddam Hussein, ni siquiera cuando estábamos solos.
"Gracias a dios que se fue", dijo. "No obstante, uno no puede esperar que se puede deshacer de Saddam y que de repente todo esté bien. Su huella siempre permanecerá en este país".
Con todo y eso, la gente si esperaba que poco a poco las cosas mejoraran.
"Por lo menos", dijo un hombre a quien yo conocía desde hace tiempo, "los estadounidenses nos ayudarán a levantarnos de nuevo".
Ilusión
Era una idea reconfortante. La situación había sido difícil en Irak durante el período de las sanciones de la ONU: escasez de agua, cortes eléctricos, hospitales inadecuados, el desplome del sistema de transporte público.
Bagdad hoy en día goza de un promedio de menos de seis horas de electricidad al día. Sin embargo, no ha sido así. La Autoridad Provisional de la Coalición (CPA, por sus siglas en inglés), que gobernó el país bajo Paul Bremer, fue casi ridículamente incompetente, derrochando y malversando decenas de millones de dólares.
Cantidades aún no precisadas fueron robadas. En 2004, la CPA no sabía dónde estaban US$9.000 millones provenientes de la industria del petróleo iraquí.
A pesar de la inversión que indudablemente se ha hecho, virtualmente todos los servicios básicos están en un estado peor ahora que antes de la invasión.
Hay menos agua potable, menos control de aguas sucias, menos gas, menos gasolina, menos electricidad. Bagdad hoy en día goza de un promedio de menos de seis horas de electricidad al día. En este momento, Irak está produciendo 1,8 millones de barriles de petróleo al día; poco antes de la invasión, la cifra era de 2,5 millones de barriles al día.
En gran parte, la culpa no es de la coalición: la electricidad, el agua y el petróleo son los principales blancos de los insurgentes. Pero la incapacidad de la coalición de proteger estos suministros tiene indignada a la población.
Era una idea reconfortante. La situación había sido difícil en Irak durante el período de las sanciones de la ONU: escasez de agua, cortes eléctricos, hospitales inadecuados, el desplome del sistema de transporte público.
Bagdad hoy en día goza de un promedio de menos de seis horas de electricidad al día. Sin embargo, no ha sido así. La Autoridad Provisional de la Coalición (CPA, por sus siglas en inglés), que gobernó el país bajo Paul Bremer, fue casi ridículamente incompetente, derrochando y malversando decenas de millones de dólares.
Cantidades aún no precisadas fueron robadas. En 2004, la CPA no sabía dónde estaban US$9.000 millones provenientes de la industria del petróleo iraquí.
A pesar de la inversión que indudablemente se ha hecho, virtualmente todos los servicios básicos están en un estado peor ahora que antes de la invasión.
Hay menos agua potable, menos control de aguas sucias, menos gas, menos gasolina, menos electricidad. Bagdad hoy en día goza de un promedio de menos de seis horas de electricidad al día. En este momento, Irak está produciendo 1,8 millones de barriles de petróleo al día; poco antes de la invasión, la cifra era de 2,5 millones de barriles al día.
En gran parte, la culpa no es de la coalición: la electricidad, el agua y el petróleo son los principales blancos de los insurgentes. Pero la incapacidad de la coalición de proteger estos suministros tiene indignada a la población.
¿Renacimiento?
Cada vez que voy por las calles de Bagdad, me llama la atención la falta de construcción.
Uno pensaría que la capital de un país que está en medio de un gran programa de reconstrucción estaría lleno de grúas. Sencillamente, ese no es el caso Déjeme llevarlo por las calles de Bagdad. La primera cosa que notará es el tráfico: uno de los éxitos de la coalición es el aumento de propietarios de autos, a pesar de que la escasez de gasolina implica colas de medio kilómetro para comprarla.
La segunda son las tiendas. Están llenas de productos hoy en día y mucha gente desafía la posibilidad de coche bombas para ir de compras.
Las cosas están caras y la inflación es alta. Asimismo, el desempleo: quizás por encima del 50%. Hay malnutrición y el nivel de mortalidad infantil todavía es molestosamente alto.
Pero en la ciudades, de alguna forma, la mayoría de la gente parece sobrellevar la situación.
Lo que no se ve es que se esté construyendo nada. Uno pensaría que la capital de un país que está en medio de un gran programa de reconstrucción estaría lleno de grúas. Sencillamente, ese no es el caso.
Bagdad no está siendo transformada; a duras penas ha cambiado desde la época de la Guerra del Golfo, a excepción de los edificios bombardeados por la coalición.
Cada vez que voy por las calles de Bagdad, me llama la atención la falta de construcción.
Uno pensaría que la capital de un país que está en medio de un gran programa de reconstrucción estaría lleno de grúas. Sencillamente, ese no es el caso Déjeme llevarlo por las calles de Bagdad. La primera cosa que notará es el tráfico: uno de los éxitos de la coalición es el aumento de propietarios de autos, a pesar de que la escasez de gasolina implica colas de medio kilómetro para comprarla.
La segunda son las tiendas. Están llenas de productos hoy en día y mucha gente desafía la posibilidad de coche bombas para ir de compras.
Las cosas están caras y la inflación es alta. Asimismo, el desempleo: quizás por encima del 50%. Hay malnutrición y el nivel de mortalidad infantil todavía es molestosamente alto.
Pero en la ciudades, de alguna forma, la mayoría de la gente parece sobrellevar la situación.
Lo que no se ve es que se esté construyendo nada. Uno pensaría que la capital de un país que está en medio de un gran programa de reconstrucción estaría lleno de grúas. Sencillamente, ese no es el caso.
Bagdad no está siendo transformada; a duras penas ha cambiado desde la época de la Guerra del Golfo, a excepción de los edificios bombardeados por la coalición.
Más y menos
Si uno ve una patrulla de EE.UU., uno tiene que frenar en seco y permanecer lejos de ella. Los soldados en los vehículos matan gente todos los días por acercarse mucho. Cada iraquí cuenta su propia historia de horror sobre un amigo o un familiar que no entendió una orden, a menudo en inglés, y a quien le dispararon.
No obstante, hay un éxito evidentemente incuestionable para la coalición: cada pared disponible luce un aporreado cartel relativo a las elecciones.
Es cierto que tres meses después de los más recientes comicios, Irak aún no tiene un gobierno, pero el antiguo terror a la autoridad se evaporó.
Hay decenas de diarios, muchos canales de televisión y cientos de miles de antenas de satélite: en los tiempos de Saddam Hussein, a uno lo podían encarcelar por tener uno.
Rabia pertinaz
Hoy en día, sin embargo, la gente vive aterrorizada por los delincuentes. ha habido más de 10.000 secuestros entre los que al menos mil terminaron en la muerte del plagiado.
Tener un buen empleo es particularmente peligroso Tener un buen empleo es particularmente peligroso. Los secuestradores han atacado 76 escuelas, matando a más de 300 profesores en el proceso.
Unos 200 profesores de universidad han sido asesinados desde la invasión. Tras el asesinato de un director de televisión hace una semana, el sindicato de periodistas le solicitó formalmente al gobierno que le permitiera a los periodistas cargar armas.
Pocos iraquíes celebraron el aniversario de la invasión.
Muchos todavía están felices de que les quitaron a Saddam Hussein de encima.
Pero el que la nación más rica de la Tierra se haya tomado el país y los haya dejado en una situación en muchos casos peor de aquella en la que estaban hace que exista una verdadera indignación pertinaz.
Si uno ve una patrulla de EE.UU., uno tiene que frenar en seco y permanecer lejos de ella. Los soldados en los vehículos matan gente todos los días por acercarse mucho. Cada iraquí cuenta su propia historia de horror sobre un amigo o un familiar que no entendió una orden, a menudo en inglés, y a quien le dispararon.
No obstante, hay un éxito evidentemente incuestionable para la coalición: cada pared disponible luce un aporreado cartel relativo a las elecciones.
Es cierto que tres meses después de los más recientes comicios, Irak aún no tiene un gobierno, pero el antiguo terror a la autoridad se evaporó.
Hay decenas de diarios, muchos canales de televisión y cientos de miles de antenas de satélite: en los tiempos de Saddam Hussein, a uno lo podían encarcelar por tener uno.
Rabia pertinaz
Hoy en día, sin embargo, la gente vive aterrorizada por los delincuentes. ha habido más de 10.000 secuestros entre los que al menos mil terminaron en la muerte del plagiado.
Tener un buen empleo es particularmente peligroso Tener un buen empleo es particularmente peligroso. Los secuestradores han atacado 76 escuelas, matando a más de 300 profesores en el proceso.
Unos 200 profesores de universidad han sido asesinados desde la invasión. Tras el asesinato de un director de televisión hace una semana, el sindicato de periodistas le solicitó formalmente al gobierno que le permitiera a los periodistas cargar armas.
Pocos iraquíes celebraron el aniversario de la invasión.
Muchos todavía están felices de que les quitaron a Saddam Hussein de encima.
Pero el que la nación más rica de la Tierra se haya tomado el país y los haya dejado en una situación en muchos casos peor de aquella en la que estaban hace que exista una verdadera indignación pertinaz.
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